Senegal 2024
Tercera aventura inmersa en el siempre fascinante y acogedor Senegal. Volamos hacia el calor de sus gentes y la luz de sus paisajes, con el corazón lleno de ilusiones y esperanzas. Y regresamos con las mochilas rebosantes de experiencias enriquecedoras y recuerdos inolvidables que nos acompañarán y guiarán en nuestro particular y emocionante camino por la vida.
Domingo, 24 de noviembre de 2024
Barcelona - Sanghé - Senegal
Hortensia y Sanghé nos esperan de nuevo. Dejamos atrás el templado otoño de Barcelona para sumergirnos en el intenso verano africano. Por delante dos semanas de trabajo solidario e inmersión en la vida y costumbres senegalesas que afrontamos con la ilusión y la emoción desbordando nuestras miradas. Enry repite experiencia, la esperan con alegría y expectación en el dispensario para contagiarse de su sabiduría médica y poder aplicarla en su ausencia. Josep, informático a punto de jubilarse, afronta su primer voluntariado, feliz y emocionado, con el objetivo de programar e informatizar la contabilidad de la escuela y ayudar en todo lo que sea necesario. Rosalía, médico de familia en el cap d'Horta, recién llegada de un vibrante voluntariado en Paraguay y con enormes ganas de atesorar más recuerdos inolvidables, ayudará a Enry en el dispensario y se encargará de las revisiones de los niños de la guardería. Nos acompaña también Sara, gran amiga de Rosalía, que pondrá sus conocimientos financieros y contables a nuestra disposición, además de sus dotes de enseñanza y paciencia para apoyar a los profesores de la escuela. La última integrante del grupo, Cristina, también financiera, amiga mía desde el instituto, no llegará hasta el jueves, por no disponer de más días de vacaciones, lo cual no impide que una desbordante emoción fluya por sus venas ansiando desesperadamente el momento de unirse a nosotros.
Estos son nuestros planes para los próximos días, aunque como siempre, nos adaptaremos a las necesidades y demandas de Hortensia, saboreando cada vivencia y convirtiendo cada instante en un recuerdo único y especial.
Lunes, 25 de noviembre de 2024
Primer contacto con Sor Hortensia
Ayer nos costó más de una hora recorrer los pocos metros que separaban el aparcamiento del minibús del peaje de salida del aeropuerto. Un monumental atasco de cientos de coches luchando, con una paciencia asombrosa, por escapar cuanto antes de aquella ratonera nos atrapa y nos impide llegar, por fin, a nuestro destino y al ansiado descanso. En casa, como siempre, nos esperaba una deliciosa tortilla de patatas hecha por Jana, nuestra cocinera y a pesar de que en el avión nos dieron cena, estábamos hambrientos y la devoramos antes de instalarnos en nuestras habitaciones para recuperar fuerzas. No dormimos mucho, pronto nos sorprende la salida del sol y salimos a inspeccionar los alrededores, pasamos por la escuela y llegamos a la casa de la congregación donde saludamos a Hortensia que rebosa alegría al vernos por fin otra vez en su país de adopción. Volvemos a desayunar y después de descubrir los nuevos proyectos del pozo y de la cría de pollos vamos a visitar la escuela, el dispensario y la guardería, antes de degustar el famoso y delicioso yassa de pollo. El termómetro se ha disparado hasta los 36 grados así que nos refugiamos en la casa hasta que baja a niveles más soportables y salimos a disfrutar de los imponentes baobabs, de los relajantes paisajes y de la puesta de sol, tras un primer contacto con Hortensia para diseñar el programa informático de la contabilidad de la escuela.
Martes, 26 de noviembre de 2024
¡A por faena!
Tras la toma de contacto de la jornada de ayer, hoy nos sumergirnos de lleno en las tareas a realizar. Sara pasa la mañana rodeada de pequeñas batas azules que se afanan en copiar las frases de la pizarra en sus libretas para enseñárselas y que las corrija. Está apoyando en la clase de los más pequeños, donde la profesora, con su bebé en la espalda, controla a los 70 alumnos de seis años con una facilidad inimaginable en España. El resto del grupo nos instalamos en la clase de los medianos de la guardería. Allí improvisamos una zona de consulta enganchando una cinta métrica en la pared y convirtiendo en camilla algunas de sus pequeñas mesas. Ayer la profesora nos facilitó la lista, que ya tenemos introducida en el ordenador y mientras Enry y Rosalía van revisando a los pequeños, yo me encargo de introducir los datos y de vestirlos y desvestirlos. No pensamos que pudiéramos hacer toda la clase, pero vamos cogiendo práctica y con la ayuda de dos estudiantes de enfermería canadienses que se incorporan cuando acaban las visitas en el dispensario, revisamos a los 31 niños de P4 durante la mañana. No registramos nada grave, muchas caries, muchos tapones en los oídos, bastantes úlceras, en piernas, sobre todo, alguna hernia umbilical y en general los pies bastante planos, pero nada más. Mientras, Josep acompaña a Hortensia a su casa para revisar e instalar los ordenadores e impresoras que tienen. De vuelta a casa, rescatamos a Sara y recogemos la lista de los alumnos de la escuela y los cuadernos de cuentas para empezar nuestra tarea contable después de comer. Cómo cada martes y jueves, hoy es día de comedor en la escuela, este curso, a diferencia de los anteriores que se iban turnando las madres de los niños, han contratado a 4 cocineras que empiezan a preparar la comida a las 08:30 para llegar a tiempo y alimentar a los 330 alumnos y a los profesores. Al final del día estamos contentas con nuestros avances y nos vamos a descansar para continuar mañana con energías renovadas.
Miércoles, 27 de noviembre de 2024
Pobres pollos
Seguimos con nuestras tareas, esta vez Josep acompaña a Sara al colegio y sigue exprimiendo sus neuronas para avanzar en el programa informático de la contabilidad de la escuela y las doctoras, conmigo de auxiliar, volvemos a la guardería a revisar otra clase. Hoy nos ocupamos de los más pequeños y se nota, porque están más asustados y lloran más. A pesar de tener que ir más despacio, sólo son 24 y acabamos pronto. Tampoco encontramos nada grave, quizás menos caries al ser más pequeños y un niño con una gran cicatriz en el lado izquierdo del pecho y la espalda por una quemadura. Pasamos por la escuela antes de comer en nuestra casa, acompañados por Hortensia, que nos ayuda a planificar el fin de semana y el trabajo de los próximos días. A las cinco quedamos de nuevo con ella para que las doctoras visiten a un vecino suyo que le parece que no está muy bien y la tiene preocupada. Estuvo hospitalizado en octubre con una insuficiencia cardíaca y le recetaron diez medicamentos diferentes pero como no tenía suficiente dinero no pudo comprarlos todos y justamente los dos que le faltan son los que más necesita, así que van a buscarlos al dispensario para llevárselos y además Hortensia le deja un poco de dinero para que pueda comprar más cuando necesite. Mientras, por la tarde, el proyecto de la cría de pollos sigue su curso, los más grandes ya llegan al final de su ciclo y las mujeres avisan al chico que los sacrifica para desplumarlos y prepararlos para la venta. El hotel que se los compra no vendrá a buscarlos hasta el lunes pero han decidido prepararlos hoy y congelarlos porque ya están muy grandes.
Jueves, 28 de noviembre de 2024
Revisiones casi terminadas
Pasamos la mañana inmersos en nuestras tareas, en la escuela y en la guardería. Vamos acumulando el cansancio y el calor hace que al final de la jornada matinal soñemos con la reparadora y merecida siesta. Los pequeños de la escuela van cogiendo confianza con Madame Sara, como la llaman, y cada vez cuesta más que mantengan la calma y el orden. Josep no se separa de su portátil y sigue programando a toda vela, viento en popa y yo intento no volverme loca e introducir correctamente los datos que me dictan Enry y Rosalía de sus revisiones simultáneas. Al llegar a la clase, la profesora está tocando el Djembe, un tambor típico africano, mientras los niños bailan al son de su música. No pensábamos que nos diera tiempo de acabar los 50 niños de la clase de P5, pero al vestirse y desvestirse solos, todo ha sido más rápido y lo hemos logrado, aunque tuvimos que apuntar los últimos a mano al acabarse la batería del portátil y no tener electricidad en la guardería. De todas maneras, volveremos mañana para hacer las revisiones de los cuatro niños que hoy no han venido y las curas de algunas heridas detectadas. A las seis, quedamos con Ibraim, una vez ha acabado de llevar a los niños a casa, para ir al aeropuerto a recoger a Cristina, pero como no aterriza hasta las ocho, pasamos por Thies para comprar comida y tener un primer contacto del gran mercado. Llegamos con tiempo al aeropuerto y después de esperar un rato, recogemos a la última integrante del grupo y regresamos a casa, está vez, sin problemas para salir del aeropuerto.
Viernes, 29 de noviembre de 2024
Después del paseo matinal para que Cristina empiece a conocer el paisaje, Hortensia nos acompaña a una tienda cerca de la plaza del mercado donde venden unas telas preciosas a buen precio y sin regatear. Después, las doctoras van a hacer varios domicilios antes de pasar por la guardería para realizar las curas de las heridas pendientes y las revisiones de los 4 niños que faltaron ayer, aunque sólo podemos hacer dos, los otros tampoco vienen hoy. Pasamos por el dispensario, ya casi han acabado las visitas y justo acaban de atender un parto. El recién nacido duerme plácidamente y si todo sigue bien, esta noche dormirán ya en casa. En el colegio Cristina acompaña a Madame Sara en su clase de 70 alumnos y Hortensia nos pide que la ayudemos a limpiar y organizar una clase, donde ahora duermen los trabajadores que están haciendo las obras del piso de arriba, porque el lunes empezará a trabajar la profesora nueva y la clase de los más pequeños se dividirá en dos clases de 35, empezando así, la segunda línea de la escuela. Rescatamos a Josep de la sala de profesores, donde lleva toda la mañana programando y nos vamos a comer. A las cuatro nos pasa a buscar Ibraim para acompañarnos a Thies a visitar la exposición de un artista vecino nuestro y luego volver al mercado central y al mercado artesanal. Se nos hace de noche y regresamos a casa con algunas compras y las características imágenes, sonidos y olores grabadas en nuestros recuerdos.
Sábado, 30 de noviembre de 2024
Senegal en estado puro
A las ocho subimos de nuevo a nuestro minibús, pasamos a buscar a Hortensia y nos vamos a conocer la cultura y paisajes autóctonos. Nos dirigimos a Bandia, la reserva natural de animales, disfrutando de bellas estampas de impresionantes baobabs y esbeltas acacias. Flanqueando la deteriorada carretera, paraditas infinitas que venden de todo, vacas con enormes cuernos, ovejas descansando a la sombra y hombres, mujeres y niños esperando vender sus productos. Mientras, sobre el asfalto, coches, motos, camiones y carretas de mulas o caballos se entrecruzan en sincronía, en un caos milagrosamente ordenado. Bandia, increíble, como siempre, nos ofrece un agradable e impresionante paseo por la sabana en busca de jirafas, cebras, antílopes, avestruces, búfalos, monos, impalas, gacelas y rinocerontes. Salimos embriagados de la belleza del lugar y nos dirigimos al hotel Blue África, detrás del hospital de Mbour, donde nos han recomendado comer. Entrando al pequeño restaurante nos sorprende un inesperado paraje paradisíaco y nos arrepentimos de no haber traído los bañadores. Saboreamos la deliciosa comida, disfrutando de la relajante vista y reposamos a la sombra de las palmeras antes de salir hacia nuestro siguiente destino, el mercado de pescado del puerto. Otra experiencia impactante difícil de olvidar, la playa repleta de vendedores que esperan la llegada de las piraguas de los pescadores, las pequeñas paradas apenas cubiertas para refugiarse del potente sol, gente por todos lados que nos ofrece pescado y Hortensia regateando los precios y comprando por menos de la mitad del precio inicial. Pagamos 2000 CFAS (3 euros) a una mujer que no se separó de nosotros desde el principio, para que limpie el pescado que hemos comprado y nos dirige hacia la parada donde otras mujeres se encargan de limpiarlo. Luego compramos hielo para tapar el pescado en nuestra pequeña nevera portátil y regresamos a casa con la compra de pescado, bien fresco, hecha.
Domingo, 1 de diciembre de 2024
Las chicas han decidido visitar hoy la pequeña isla de Gorée, a 20 minutos en ferry de Dakar y patrimonio mundial de la UNESCO. Mientras pasean por sus pintorescas calles libres de coches y flanqueadas por bellos edificios coloniales, se empapan de la historia del estratégico lugar, tristemente marcada por el comercio de esclavos desde 1536 a 1848, año en el que los franceses lo abolieron. La casa de los esclavos es el edificio más antiguo de la isla y el más impactante, construido en la década de 1780, recuerda hoy, el horror del pasado, convertida en museo. Cuenta con dos plantas, con una doble escalinata curvada que sube al primer piso, donde vivían sus propietarios, mientras en las pequeñas celdas de la planta baja, sin apenas luz, se recluían a hombres, mujeres y niños que serían arrancados para siempre de su tierra. Una puerta de no retorno conecta las tenebrosas celdas directamente con el mar. Por allí embarcaban los esclavos, con grilletes con bolas de hierro en los pies, para que no sobrevivieran si decidían intentar escapar tirándose al mar infectado de tiburones. La isla alberga una dinámica comunidad artística y por todos lados se encuentran pinturas, tallas y esculturas únicas de los artistas locales. Acabada la visita, comieron en uno de los restaurantes al lado de la pequeña playa dónde llega el ferry y regresaron a casa, justo a tiempo para descubrir todo el proceso de preparación de la venta de los pollos. Las mujeres se encargan de todo, menos de sacrificarlos, ya que, según sus creencias, las mujeres deben dar vida y no quitarla. Es por eso que pagan a un hombre para que los degüellen, ayudado por varios niños que los acercan e incluso el más mayor también le ayuda con el cuchillo. Una vez muertos, los escaldan para poder desplumarlos, les quitan las vísceras, la cabeza y las patas que servirán de comida para los cerdos, los lavan y los congelan embolsados, a la espera de llevarlos mañana, al hotel de Thiés que se los compra.
Lunes, 2 de diciembre de 2024
Vuelta al trabajo
Después de la desconexión del fin de semana, volvemos manos a la obra con nuestros quehaceres. El viernes pasado, en el dispensario, anunciaron que esta semana pasarían consulta nuestras doctoras y la sala de espera se llena de pacientes que quieren ser visitados por ellas, ya que normalmente sólo visitan comadronas y enfermeras. No atienden nada grave, bastantes curas de heridas, alguna usando la efectiva y barata técnica del azúcar, como ya hizo Enry en su anterior viaje. Cristina y Sara pasan la mañana escribiendo y recortando los nombres de los niños para pegarlos en sus mesas, ahora que ya están repartidos en sus dos clases, una vez que se ha incorporado la nueva profesora. Josep sigue programando sin descanso y yo acompaño a Raymond a Thiés a entregar los pollos al hotel, cuyo propietario es un español amigo de Hortensia. Descargamos los 100 pollos congelados y pasamos por la oficina a cobrar la factura que asciende a 325.000 CFAs (500 euros), finalizando así todo el proceso de la cría. Aprovechamos para hacer compras para la casa de la congregación y para la asociación de mujeres, paramos en varias tiendas para comprar fruta, un saco de 25 kilos de arroz, seis garrafas de aceite para hacer los jabones y cinco sacos de pienso para alimentar a la nueva tanda de pollitos. Con todo eso y más, regresamos a casa, con la vieja furgoneta de Hortensia más cargada que a la ida. Después de comer voy a ver las cebollas plantadas ayer y descubro que la mayoría han desaparecido, supongo que comidas por una especie de ardilla que corre por aquí, menos mal que el semillero es muy abundante y las podemos replantar, esta vez con las punzantes ramas de la poda de los limoneros como protección. Luego Rosalía va a explorar a las hermanas con problemas de salud a su casa y Cristina y yo la acompañamos y empezamos con la poda de los numerosos árboles frutales que tienen en su jardín, tras asegurarnos que su perro está encerrado. Después de un año sin nadie que los pode, vuelven a estar necesitados de recortes, intentaremos avanzar lo que podamos en los días que nos quedan.
Lunes, 13 de noviembre de 2023
La guardería y la poda
Mientras estábamos fuera cambiaron el depósito, pero anoche, cuando llegamos no teníamos agua. A primera hora conseguimos volver a disfrutar del agua corriente y reanudamos nuestras actividades, acabamos los diez niños que faltaban de la guardería y seguimos con las gestiones en nuestra casa, retirando el gran árbol de mango que había caído por el viento, seguramente debido a su débil estado, a causa de las termitas, proseguimos con la poda de los limoneros que lo franquean y revisamos el funcionamiento de la bomba para conseguir que se pare cuando el depósito esté lleno y evitar que se estropee. Ayer por la noche llegó Mercedes, la pediatra de Madrid que viene tres veces al año a revisar a todos los niños del colegio y aprovechamos su presencia, para comentarle el caso de la niña del último curso de la guardería que, con apenas un año, sufrió una quemadura grave que la mantuvo mucho tiempo hospitalizada en Dakar y de la cuál arrastra secuelas, sobre todo en la cara y el brazo derecho. A pesar de sus limitaciones, sigue usando la mano derecha para todo, pero creemos que es importante, al menos, realizar una reconstrucción de la nariz, prácticamente desaparecida. Las dos pediatras valorarán a la niña mañana a primera hora y estudiarán la mejor opción para abordar su caso. A las tres y media, un taxi recoge a Miriam para llevarla al aeropuerto, poniendo fin a sus diez días de inmersión en la vida senegalesa y de experiencias inolvidables y por la noche llegan dos voluntarias de Manos Unidas y se instalan en nuestra casa, construida por su organización, las dos primeras noches. Tienen una apretada agenda para visitar sus proyectos esparcidos por todo el país y el miércoles tienen previsto la inauguración de la clase de informática de la escuela.
Martes, 14 de noviembre de 2023
Hoy nos aventuramos a conocer de cerca a los Peul, los nómadas y ganaderos que recorren kilómetros en busca de alimento para sus rebaños de vacas y ovejas. Tienen un campamento base en el norte del país, donde viven en la época de lluvias y ahora empiezan su vida realmente nómada. Nuestro guía, Kebasow, es descendiente del pueblo Peul y aunque, cuando tenía siete años, sus padres decidieron instalarse en Toubacouta y abandonar esa vida, todavía tiene familia que continúa siendo nómada. Tenemos previsto comer pronto para poder llegar a nuestro destino antes que caiga la noche y aprovechamos la mañana integrándonos en la vida senegalesa, secando hojas de moringa que después usan para cocinar, plantando los árboles de anacardos, esperando que puedan sobrevivir al largo viaje y regando las semillas que plantamos (de momento sólo han salido las espinacas). Jana pasa la mañana haciendo trencitas a Clara y Hortensia nos enseña el cierre del terreno de las mujeres donde hacen la mermelada de mango que están acabando de construir. Después de comer nos ponemos en camino, pasamos por Touba, famosa por su café y por ser la ciudad santa del muridismo, una de las hermandades islámicas sufíes más extendidas y que en Senegal reúne a más de un tercio de la población, por Dahra, una pequeña ciudad con un gran mercado semanal y finalmente llegamos a Mbeuleukhe donde pasamos la noche y visitamos el instituto al que acuden más de 500 niños del pueblo y de los alrededores y hablamos con los profesores que nos exponen sus necesidades.
Miércoles, 15 de noviembre de 2023
Hacia el campamento nómada
A las ocho empezamos a caminar hacia el campamento nómada para salir al encuentro del hermano de Kebasow que nos viene a buscar con una calesa, pronto montamos en una pickup que nos acerca hasta el pozo donde hemos quedado y esperamos su llegada mientras observamos los carros tirados por tres o cuatro burros que vienen a cargar agua y los rebaños de ganado pasando a nuestro lado y nuestro guía intenta reparar su teléfono que ha dejado de funcionar. A las diez se reencuentran los dos hermanos, Mamadou visita a veces a su familia en Toubacouta, cuando pasa con el ganado, pero Kebasow hace más de quince años que no venía por aquí. Pasamos las siguientes dos horas al trote, hipnotizadas por el paisaje y sin acabarnos de creer lo que estamos viviendo, paramos en un pequeño oasis para hacer alguna foto y continuamos hasta el poblado. Allí sólo quedan algunas mujeres y niños, ya que el resto inició la trashumancia el lunes. Para comer preparan un delicioso arroz con pollo kilómetro cero y esta vez no tenemos cuchara, así que intentamos imitarles, aunque nos falta mucha práctica y además de quemarnos las manos, no conseguimos que se compacte y no se nos caiga como hacen ellos. No están muy acostumbrados a ver forasteros y los niños, tímidos, van cogiendo confianza poco a poco, aunque les cuesta comprender el funcionamiento del tres en raya improvisado que dibujamos en un papel. Además, no podemos comunicarnos ya que no hablan francés, tan sólo su lengua materna y tampoco van a la escuela, por lo que nos explica Kebasow, que hace de traductor. Nos transmiten su deseo de tener una escuela en el poblado para que todos los niños de allí y de los alrededores puedan acceder a la educación, ya que ahora deberían desplazarse unos 30 kilómetros, la misma distancia que para llegar al dispensario más cercano. A las cinco volvemos a subir a nuestro carro para acompañar a Mamadou a una boda en el campamento vecino, donde la novia se despide de todos y recibe regalos para pasar a vivir con la familia del novio en otro poblado cercano. A nuestra llegada empieza la música de los tamtams y algunos invitados saltan al centro y animan la velada entre vítores y aplausos, luego las mujeres entregan sus regalos a la madre de la novia y cuando anochece, justo cuando nos íbamos, una pickup repleta de invitadas traslada a la novia, a su bebé y a su madre a la casa del novio donde se realizará la verdadera boda y continuará la fiesta. A nuestra llegada ya tenemos nuestra cama preparada bajo las estrellas y la tímida luna y después de cenar, ahora sí, con cuchara, repasamos todas las increíbles vivencias del día, antes de caer en el reino de los sueños, bien tapadas con la manta. Al conocer la existencia de los Peul y al guía que nos podía acercar a su realidad, decidimos que sería interesante visitarlos, una vez finalizado nuestro trabajo en la guardería, para detectar posibles necesidades médicas. Tras una primera valoración, parecen gozar de bastante buena salud, aunque detectamos dos mujeres mayores a las que habría que operar de cataratas y a las que gestionaremos su intervención la próxima vez que vengan los oftalmólogos españoles que operan en el hospital de San Juan de Dios de Thies.
Jueves, 16 de noviembre de 2023
De nuevo subidos al carro
Antes de que amanezca ya estamos de nuevo subidos al carro, iniciando el camino para unirnos al resto del grupo nómada. Contemplamos el precioso sol, asomando tras los pocos baobabs del horizonte, que ahora apenas calienta pero que en unas horas nos abrasará y del cual nos esconderemos bajo las pocas sombras de los pequeños árboles del asentamiento. Al mediodía, la temperatura ronda los 40 grados mientras que en la madrugada cae a la mitad. Nos cruzamos con algún carro y rebaños de cabras y ovejas antes de llegar a Dahra, la capital de la provincia, donde desayunamos, tanto nosotros, como el caballo, compramos pescado y verduras para la comida de hoy en el mercado y proseguimos nuestro trayecto, hasta encontrar el campamento diseminado alrededor de los pequeños árboles y al cobijo de sus pobres sombras. Nos instalamos con la familia de Mamadou, su joven mujer con la que se lleva unos 20 años y sus hijos más pequeños, los dos últimos gemelos. Al llegar, las niñas pequeñas están separando a las ovejas recién nacidas, una de ellas, hoy mismo, para que descansen a la sombra del árbol mientras los hombres y los niños mayores guiarán al resto de animales en busca de pasto y agua. Las niñas también se encargan de ir a buscar la leña y preparar la comida, ayudando a sus madres en todo lo que pueden. Compartimos media jornada de la vida nómada y sobre las cinco nos despedimos y Mamadou nos acerca a Dahra para iniciar nuestro regreso, pero al poco de salir pinchamos una rueda con una rama puntiaguda, avanzamos lo más rápido posible para intentar llegar a la ciudad, pero la rueda ya está muy desinflada, le damos algo de dinero a Mamadou para que pueda arreglarla y sin poder despedirnos vemos cómo se aleja, mientras caminamos hacia la estación de taxis. El camino de vuelta se hace largo y llegamos a casa pasadas las diez, cansadas, pero con la increíble sensación de haber vivido una experiencia única e inolvidable.
Viernes, 17 de noviembre de 2023
Proyecto del instituto de Mbeuleukhé
Todavía con las imágenes de los últimos días grabadas en nuestras retinas, afrontamos el penúltimo día de nuestra estancia en Senegal con la ilusión de ayudar a poner en marcha el proyecto del instituto de Mbeuleukhé. Clara y Rosa Maria pasan el día contactando con los profesores y ayudándoles a redactar y concretar el proyecto, que, por la noche, envían a las responsables de Manos Unidas con la esperanza de poder hacerlo realidad. Finalmente solicitan una biblioteca con los libros y diccionarios que creen necesarios y la posibilidad de ofrecer una comida a los alumnos, sobre todo a los muchos, que recorren varios kilómetros diariamente para asistir a las clases y que normalmente no traen comida. Paralelamente continuamos apoyando los múltiples proyectos de Sanghé de la mano de sor Hortensia, mientras observamos con alegría como crecen algunas de las semillas plantadas para iniciar de nuevo el proyecto del huerto comunitario de las mujeres y con preocupación, la evolución de los dos arbolitos de anacardos que compramos en la isla de Sipo y que no sabemos si sobrevivirán.
Sábado, 18 de noviembre de 2023
Planificando futuros proyectos
Salimos a dar el último paseo y a visitar la casa de las hermanas antes de que el calor se haga insoportable y pasamos el resto de la mañana preparando la mochila y planificando futuros proyectos, entre los cuales, arreglar el tejado de la sala donde secan los jabones y que cuando llueve se llena de goteras y cercar los terrenos comprados detrás del colegio y el que usan para hacer la educación física de la escuela. Hablamos también con Damien para que nos pase fotos y videos de la construcción del pozo, que tiene previsto empezar la semana que viene, una vez acabe los trabajos en el local de las mujeres y que prevé finalizar en un mes aproximadamente. Hemos quedado a las tres y media con el taxi que nos llevará al aeropuerto y una hora antes llegan Mercedes y Hortensia, para despedirse. Se acercan las cuatro y el taxi no llega, tras varias llamadas logramos contactar y parece que se ha olvidado y está en Thies, así que contactamos con el taxista que llevó a Miriam y que vive cerca y nos lleva sin problemas. A las siete y media despegamos y a la una, hora española, aterrizamos en el Prat poniendo fin a un viaje plagado de momentos emocionantes y vivencias enriquecedoras.