Senegal 2023 Guardería
Tercera aventura inmersa en el siempre fascinante y acogedor Senegal. Volamos hacia el calor de sus gentes y la luz de sus paisajes, con el corazón lleno de ilusiones y esperanzas. Y regresamos con las mochilas rebosantes de experiencias enriquecedoras y recuerdos inolvidables que nos acompañarán y guiarán en nuestro particular y emocionante camino por la vida.
Sábado, 4 de noviembre de 2023
Barcelona - Sanghé - Senegal
Mediodía del sábado 4 de noviembre, justo empieza a presentarse el otoño en Barcelona y volvemos a viajar al verano intenso que vivimos en agosto. Nos encontramos en el aeropuerto, Rosa Maria, la pediatra que conocí en Sanghé en mayo del año pasado, Miriam, una madre del colegio comprometida y deseosa de vivir una experiencia inolvidable, Clara, una joven enfermera que había sido paciente de Rosa María y yo. Las cuatro con la ilusión desbordada y las ganas insaciables de sumergirnos en un mundo diferente y espectacular. También nos encontramos con Manu, un empresario vinculado al mundo sanitario y Alba, una odontóloga, que van cinco días a Senegal a preparar futuras campañas de salud bucodental. A través de Hortensia nos pusimos en contacto telefónico y descubrimos que casualmente viajábamos en el mismo vuelo y compartiremos la primera noche en la casa de voluntarias de Sanghé. Las cinco horas del viaje se nos pasan volando, hablando y planeando futuros proyectos, y, sobre todo, conociéndonos mejor. Aterrizamos puntuales, justo antes de la puesta del sol, a las seis y media, hora local. Nos podemos conectar con el wifi del aeropuerto para avisar de nuestra llegada, Ybraim ya nos espera fuera, pero el control de pasaportes es lento y como estábamos al final del avión tardamos más de una hora en pasar. En la casa nos espera la tortilla de patatas de Jana, preparamos una ensalada y alargamos la agradable sobremesa. El internet no funciona y el intenso calor acumulado en las habitaciones no logran mitigarlo los ventiladores, nos cuesta dormir, pero finalmente caemos en los brazos de Morfeo después de un largo e intenso día.
Domingo, 5 de noviembre de 2023
Los impresionantes sonidos de la naturaleza local nos devuelven a la actividad antes que la luz inunde nuestras habitaciones. Los gallos, los burros, cientos de pájaros y la llamada a la oración de la mezquita cercana forman una orquesta perfecta que suena a música celestial y nos regala un despertar maravilloso que nos recuerda donde nos encontramos. Subimos al terrado a contemplar el primer amanecer, impresionante como siempre y a ver las vistas y los cambios en los alrededores, nos decepciona el estado del huerto, tan diferente a la última vez que lo vimos en marzo, abandonado, suponemos que porque en la época de lluvias se centran en sus propias cosechas de mijo y cacahuete y dejan de lado los trabajos del huerto. Bajamos a desayunar y seguimos compartiendo experiencias con Manu y Alba. Sobre las diez los vendrán a buscar para continuar con su proyecto, mientras que nosotras quedamos con Ybraim a las nueve para ir a la reserva natural de Bandia y seguir sumergiéndonos en la naturaleza africana, impresionante como siempre, siguiendo el rastro de los monos, los avestruces, las cebras, las jirafas, los antílopes, los rinocerontes… De vuelta a casa para comer, compramos miel en uno de los puestos que venden al lado de la carretera. Cuando llegamos a casa, ayudamos a Jana a acabar de preparar el cuscús con la salsa de cebolla y el pollo rustido. Le preguntamos si había preparado el cuscús de mijo tal y como lo hacen aquí y nos dijo que no, que era el cuscús de trigo comprado, le pedimos si otro día lo podría hacer de mijo y nos invitó al día siguiente a cenar en su casa para degustarlo. Después de una larga sobremesa bajo el ventilador del comedor nos dirigimos a casa de las hermanas para saludarlas y solucionar la conexión del wifi. Allí tampoco tenemos conexión y Rosa Maria debe conectarse durante toda la semana de 15:00 a 17:00 para realizar un curso importante, así que debemos solucionarlo. Nos vamos a pasear por los alrededores mientras las hermanas preguntan a Hortensia. Pasamos por un pequeño cementerio bajo unos árboles enormes, por el instituto y sus pistas de fútbol y básquet, donde vemos cerca, como acumulan las plantas de cacahuetes para su secado antes de la recolección de los frutos (unas dos semanas dependiendo del sol) y acabamos en la iglesia, donde entramos hipnotizadas por la música de los tambores y nos unimos al éxtasis de las canciones, bailes y plegarias. Las hermanas nos acompañan a casa para recargar nuestro wifi, pero no hay manera, tras varios intentos y tener que salir de la casa para conseguir cobertura, finalmente logran finalizar la recarga y podemos volver a conectarnos con el exterior. Preparamos la cena y damos por finalizado este primer día lleno de emociones y enriquecedoras experiencias.
Lunes, 6 de noviembre de 2023
Revisión de todos los niños de la guardería
Hoy empezamos nuestro principal trabajo, la revisión de todos los niños de la guardería. Hay tres clases, los pequeños de 2-3 años, los medianos de 4 y los grandes de 5. Hortensia ya ha hablado con las profesoras para que liberen una clase para hacer las revisiones, pero decidimos que es mejor hacerlas en una consulta del dispensario, así que Miriam y yo nos encargamos de ir a buscar y devolver a los niños y de vestirlos y desvestirlos para que la pediatra y la enfermera puedan hacer más rápido su trabajo. Formamos un gran equipo y logramos revisar a todos los niños de la clase de los pequeños, en total 23 y aunque a dos niñas les intercambiamos la ropa y algunos, sobre todo niños, lloraban desconsoladamente, la mañana transcurrió sin sobresaltos y con la agradable sensación que los niños gozan, en general, de muy buena salud. Tan sólo detectamos una bronquitis, dos niñas con tapones en los oídos, alguna caries y otra niña que no camina correctamente, posiblemente los zapatos con dos dedos de tacón que lleva a pesar de sus 3 años de edad, al igual que muchas otras niñas, no ayudan nada. Margot, la comadrona del dispensario aprovechó la presencia de Rosa Maria para que revisara a un niño pequeño con el cuello muy hinchado, sobre todo el lado derecho, posiblemente por parotiditis epidémica, una infección vírica para la cual recomendó la prescripción de ibuprofeno y que regresara el miércoles para seguir su evolución. Acabamos justo a la hora de la salida de los pequeños de la guardería y nos sorprende que sólo hay una madre esperando, el resto de niños caminan solos, en grupos formados por vecinos y hermanos, hacia sus casas. En casa nos espera el típico y delicioso yassa de pescado (arroz con salsa de cebolla y pescado a la parrilla). A las tres Rosa Maria pudo conectarse para comenzar el curso y aunque la conexión no es muy estable y estuvo bastante tiempo desconectada, el temario del mismo es muy interesante para el desarrollo de su trabajo y espera que los próximos días pueda aprovecharlo mejor. Cuando el calor afloja, decidimos salir a dar un paseo y entonces Rosa Maria no encuentra la riñonera donde lleva el pasaporte y todo el dinero y piensa que seguramente se la habrá dejado en el dispensario, así que vamos rápidamente hacia allá y efectivamente, allí estaba, tal cual la había dejado. Después del susto, proseguimos nuestro pequeño paseo por los alrededores, observando la vida del pueblo, muchos jóvenes jugando al fútbol, la mitad descalzos, tres mujeres sacando agua de un pozo de unos 30 metros de profundidad, mientras en frente un grupo de chicos estaban sentados tranquilamente, mirando el móvil, burros comiendo, caballos, cabras, gallos… Volvemos a casa para recoger una limonada que hemos preparado, una bolsa de regaliz sin azúcar y una tableta de turrón de pistacho y nos dirigimos a la casa de Jana. Aquí, lo normal es que convivan varias generaciones en la misma casa familiar, los abuelos con los hijos y los nietos. Esta es la casa de los suegros de Jana donde viven también varios hijos con sus nueras y muchos nietos. En el patio tenían preparada una mesa con cinco sillas, queríamos integrarnos en una cena familiar pero ya vimos que no iba a ser así, al final comimos en la mesa junto a la hija mayor de Jana, una prima suya, ambas de 16 años y Jana, mientras el resto de niños y adultos cenarían más tarde. Trajeron el cuscús de mijo, que es bastante más oscuro que el de trigo y parece arena fina. Al echarle el agua hirviendo y absorberla, se forma una pasta con la textura de arena mojada, encima de la cual pusieron un estofado de carne y verduras. Estaba bien rico, luego repartimos trocitos de turrón para todos y parece que a la mayoría les gustó, aunque algún niño y algún adulto lo escupió disimuladamente. Lo mejor de la velada vino después, cuando, tras romper el hielo, acabamos bailando intentando seguir el ritmo de los más pequeños. No tardamos en retirarnos a descansar, después de invitar a todos los niños a que vengan a jugar mañana por la tarde a nuestra casa.
Martes, 7 de noviembre de 2023
Visitando el mercado artesanal
Hoy habíamos pensado ir a Sally, a visitar el centro de salud del que nos habló Manu y reunirnos con ellos y con el responsable del mismo para estudiar una posible colaboración, pero finalmente anoche decidimos que iríamos otro día o contactaríamos por teléfono. Cambiamos Sally por Thiés, donde pensamos llegar en el autobús local que sale a las 08:00. Media hora antes nos dirigimos hacia el centro, no sabemos exactamente de donde sale, pero los caminos ya van llenos de niños y adultos que van a la escuela y en la puerta de la misma nos encontramos a Ybraim que nos comenta que él puede acercarnos puesto que ya ha finalizado la ruta de recogida de los niños y al ser martes, se quedan a comer y no vuelven a casa hasta las cinco. Nos dirigimos entonces en el minibús del colegio a Thiés, admirando el paisaje verde por la cercanía del fin de las lluvias, cuando ya en la entrada de la ciudad, nos para la policía, seguramente al detectar nuestra presencia. Le piden a Ybraim la documentación y luego que baje del autobús, yo le doy 1.000 cfas que guarda entre la documentación por si sirve para evitar una multa, como hacía Jack, nuestro guía del año pasado. Pero esta vez no tuvimos suerte, volvió con los 1.000 cfas y una multa de 10.000 por llevar el parabrisas rajado por varios sitios, que debemos ir a pagar a la comisaría. Proseguimos nuestra visita dirigiéndonos al gran mercado, compramos algunas telas preciosas y paseamos entre los cientos de puestos de frutas, verduras, pescado, carne, especias, ropa, zapatos, productos de limpieza y todo tipo de artículos. Luego pasamos por el mercado artesanal donde compramos alguno de los preciosos recuerdos que venden las pocas tienditas que estaban abiertas, y finalmente vamos a la comisaría a pagar la multa antes de regresar a casa y comprar una gran sandía y algunas mandarinas. Cuando llegamos al colegio todavía son las once, y los niños están en el recreo, muchos comiendo ganchitos que compran allí mismo y algunas madres ya están preparando la comida de los más de 300 niños y de los profesores. A pesar del agobiante calor que soportamos, queremos pasear un poco y acabamos comprando unas judías que estaban separando unas niñas frente a su casa. Después de comer y del curso de Rosa Maria, empezamos con la poda del jardín, mientras esperamos que lleguen los niños a las seis, como habíamos quedado, pero como a las seis y media todavía no han aparecido, nos vamos a pasear disfrutando de los baobabs y de la puesta del sol.
Miércoles, 8 de noviembre de 2023
Revisiones en el dispensario
Nos levantamos pronto y damos un largo paseo antes de desayunar y dirigirnos hacia el dispensario a proseguir con las revisiones. La madre con el pequeño de las paperas ya nos espera, Rosa Maria lo examina, pero sigue preocupada por su evolución, lo vuelve a citar el viernes y le receta antibiótico por la sospecha que el origen pueda ser bacteriano. Proseguimos con dos niñas de la clase de los pequeños que habían faltado el lunes y otra que justo hoy era su primer día y luego empezamos con la clase de los medianos, revisando a 18 de los 40 niños de la lista. La mayoría siguen gozando de muy buena salud, aunque ya se ven más heridas, sobre todo en las piernas, algunas de las cuales necesitan curas diarias y algún cuerpo extraño (un trozo de madera) en un oído. También revisamos al niño de la bronquitis y estaba tan bien que pensamos que nos habíamos equivocado de Paul, puesto que había dos en la clase, pero la profesora nos confirma que no. Después de comer, mientras Rosa Maria se desespera con la conexión a internet para seguir su curso, nosotras plantamos las semillas que hemos traído con la esperanza de ver alguna plantita antes de nuestro regreso y empezamos a podar uno de los limoneros. Después nos aventuramos a ir a Peleo, a unos cinco kilómetros de distancia, pero bastante menos árido que Sanghé, al ser una zona con más agua disponible. Justo antes de llegar hay varios campos con árboles de mango inmensos y unos enormes y espectaculares baobabs con sus abundantes frutos al alcance de la mano. Hemos leído que tiene muchas propiedades, así que cogemos uno para probarlo. Llegamos hasta el terreno de Henry, pero no había nadie y como ya era tarde, regresamos antes de que nos coja la noche por el camino. Para cenar preparamos algunas de las judías que compramos ayer y que llevaban en remojo 24 horas, junto con verduras y nos parecieron deliciosas. Y antes de acostarnos, reparamos un pequeño aparato portátil para medir la hemoglobina que tenían en el dispensario lleno de polvo, aparentemente nuevo, pero que no usan porque creen que no funciona correctamente. Al encenderlo da un error de óptica sucia y mirando las instrucciones en inglés vemos que falta una pieza para hacer la limpieza recomendada como mínimo una vez al mes. Improvisamos y conseguimos limpiarlo con el mango de una cuchara y papel de cocina y aunque en un principio se nos queda un trozo de papel dentro, lo conseguimos sacar con unas pinzas. Cuando lo volvemos a encender ya no sale el mensaje y al probarlo, los valores que obtenemos son razonables, en torno a 10-11 y no 2-3 como decían que les salía en el dispensario.
Jueves, 9 de noviembre de 2023
Entre el dispensario y la guardería
Volvemos a pasar la mañana entre el dispensario y la guardería, recorriendo los metros que los separan acompañadas de niños de cuatro años que, tímidos, nos dan la mano mientras caminamos sobre la arena de playa e intentamos no olvidar el nombre de cada uno, sobre todo cuando llevamos a alguna de las cuatro parejas de gemelos, varias idénticas. Una vez en la consulta, la pediatra y la enfermera, apuntan la historia de cada niño en una hoja de una libreta, la talla, el peso, y todo lo que creen relevante de la exhaustiva revisión. Primero realizan las curas de los dos niños con heridas, uno en una oreja y el otro en el dedo gordo del pie y en la pierna y luego nos da tiempo de acabar los 22 niños que faltan para completar la clase de los medianos y de realizar el test de hemoglobina al niño con sospecha de anemia, para descartarla. Al menos la sospecha de ayer ha servido para volver a poner en funcionamiento un aparato nuevo que puede ser muy útil y que estaba desaprovechado acumulando polvo. A la una, nos despedimos de los niños que vuelven a casa, unos pocos caminando, otros en el minibús de la escuela y la mayoría, en el bus local, como ya nos había comentado Hortensia, que, por fin, está a punto de aterrizar después de casi tres meses en España y un cambio de vuelo para poder realizar todas las pruebas médicas que le solicitaron. Pasadas las cinco, nos acercamos a darle la bienvenida, pero está descansando en la habitación, así que vamos a dar un paseo hasta el campo de básquet, donde nos encontramos con los chicos de los cacahuetes que nos animan a que llenemos una bolsa para nosotras y nos invitan a unos cacahuetes que cocinan en una pequeña hoguera en el suelo. A la vuelta, charlamos un rato con Hortensia y volvemos a casa con un fuet que nos ha traído y que lo saboreamos para acompañar nuestra cena de fideos chinos con ensalada de moringa, tomate, zanahoria, cebolla y pimiento.
Viernes, 10 de noviembre de 2023
Regreso a la actividad en Sanghé
Último día de la semana de revisiones, nos queda la clase de los mayores, cada vez son más, pero también más independientes y podemos avanzar más rápido. Entre las tres casi acaban la lista de los 47, además de visitar a los que necesitan curas y al pequeño de las paperas al que finalmente deciden inyectarle antibiótico y lo vuelven a citar para el lunes. Mientras, yo acompaño a sor Hortensia en su regreso a la actividad en Sanghé, ya tiene ganas de ponerse en marcha, por fin y nos dedicamos a gestionar y dinamizar varios proyectos. Primero pasamos por el colegio donde los niños y los profesores le hacen un gran recibimiento, luego avisa al fontanero para que revise el depósito de agua de nuestra casa, ya que le comentamos que hay que rellenarlo mucho más rápido que otras veces y eso que el huerto no está en funcionamiento y además en la habitación del fondo hay goteras por el agua que filtra del terrado. Efectivamente el depósito de plástico tiene un gran agujero y hay que cambiarlo. A primera hora llama a Demian para avanzar en el proyecto de construcción del pozo que, por fin, gracias a la financiación de Ajudantajudar, podemos hacer realidad, y a media mañana nos encontramos con él, decidiendo dónde sería la mejor ubicación para perforarlo y para construir el gallinero que también queremos poner en marcha. Acordamos que a la tarde vendrá con un experto para asegurar la existencia de agua y elegir la mejor ubicación. Demian y Hortensia van a solucionar otros problemas a la casa de las hermanas, mientras yo acompaño al chico que trae el nuevo depósito a nuestra casa y después a la casa de las hermanas para pagarle los 115.000 cfas que cuesta. Una vez acabadas todas las gestiones, vuelvo al jardín de las hermanas a retomar la poda de los numerosos árboles frutales. A las tres quedamos con sor Hortensia para acompañarla a Thies, primero a una oficina de Western Unión a buscar un donativo enviado desde España y después a comprar fruta, verduras y comida en el gran mercado y algunas piezas para cambiar el depósito, que faltan y volvemos justo a tiempo para que Hortensia llegue a la misa de las seis y media. Cuando llegamos a casa, nos encontramos a Rosa Maria que se había quedado para asistir al último día del curso y nos comentó que había venido Demian con el experto, que aseguró que, en los terrenos de detrás de la casa, dónde está el huerto, encontraremos agua sin problema. Nos vamos a pasear antes que oscurezca, pero queremos aprovechar el fin de semana para visitar algún sitio y volvemos rápido para organizarlo, mientras preparamos la cena. Entre mensajes y llamadas, de repente, al cascar un huevo para hacer una tortilla, explota, esparciendo los restos grises por toda la cocina y un dejando un hedor insoportable a huevo podrido. Después de una limpieza profunda con lejía podemos cenar, por fin, y concretar la excursión para el fin de semana, finalmente vamos a visitar un parque natural cerca de Gambia.
Sábado, 11 de noviembre de 2023
Ayer nos acostamos tarde y hoy a las seis de la mañana hemos quedado delante del colegio con el taxi que nos lleva al delta de Saloum, patrimonio mundial desde 2011. Salimos puntuales y pasamos las cinco horas del trayecto previstas, dejándonos impresionar por el paisaje africano y descubriendo con Mamadou un poco de la diversidad cultural. Desde el horror de los talibé, los niños que las familias muy pobres confían a un maestro coránico para que se ocupe de su formación religiosa, pero que acaban condenados a pasar el día pidiendo limosna para entregarla a su maestro, hasta la historia de la etnia Peul, los nómadas que viajan por todo el país con un rebaño enorme de vacas, instalando un campamento por una temporada en el centro de una zona donde duermen y las mujeres hacen la comida, mientras ellos conducen el rebaño de forma circular para que se alimenten de la hierba y limpien el terreno. Llegamos finalmente a Toubacouta, donde nos espera Carlos, nuestro guía, que nos acompaña a nuestro bonito hostel, la Kora (un instrumento musical típico), regentado por un simpático senegalés que estuvo trabajando algunos años en Suiza y a su regreso lo puso en marcha. Una vez instaladas, recorremos con Carlos el paseo principal franqueado por enormes ceibas, hasta llegar a la zona de los embarcaderos, hacemos las primeras fotos de los manglares, paseamos por las tiendas de artesanía y acabamos en un hotel con unas vistas espectaculares, degustando un zumo de baobab que nos pareció buenísimo por 1000 cfas. Anoche, mientras negociábamos con Carlos, nos propuso rebajar 25 euros por persona y hacer las comidas en su casa, lo cual nos pareció genial para sumergirnos totalmente en las costumbres locales, así que volvemos a su casa donde su mujer y su cuñada han preparado un delicioso arroz con pescado. Nos sentamos en unos pequeños taburetes de madera o en el suelo alrededor de una gran bandeja con toda la familia y el chófer y comemos a rancho, cómo lo hacen habitualmente. Luego volvemos a la zona de las tiendas hasta las cinco menos cuarto, la hora acordada con Carlos para iniciar la primera excursión en piragua. Viene acompañado de su hijo pequeño que justo hoy cumple diez años y pasamos dos horas disfrutando del inmenso delta y sus múltiples brazos de mar que parecen no tener fin, separados por frondosos bosques de manglares. Nuestro guía es un experto ornitólogo que conoce todas las aves de la zona y nos instruye mientras el embriagador paisaje nos hipnotiza. Seguimos atentas sus interesantes explicaciones que acaban contemplando el dormidero de aves, unos manglares donde se reúnen las aves cuando cae el sol para pasar la noche. El espectáculo es maravilloso y pone punto y final a una excursión sobresaliente. Volvemos a cenar con la familia de Carlos, esta vez, en platos individuales, espaguetis con carne y patatas estofadas y para celebrar el cumpleaños del más pequeño, un poco de tarta. A las nueve habíamos quedado en una de las tiendas para tomar un té senegalés, estamos cansadas, pero nos apetece probarlo, así que hacemos un último esfuerzo y nos acercamos al punto de encuentro, todo está cerrado y no hay nadie. Damos media vuelta, pero a medio camino nos alcanza una moto con el chico que habíamos quedado y nos convence para que volvamos a su tienda, aceptamos pensando que sería un té rápido, pero es todo un ritual que parece no tener fin y se alarga a la vez que disfrutamos de una agradable conversación salpicada de risas e historias interesantes. El chico nos explica que proviene de una familia nómada y se ofrece a acompañarnos la próxima semana al norte del país para integrarnos en un campamento nómada y vivir la experiencia en primera persona.
Domingo, 12 de noviembre de 2023
Isla de Sipo
Nos despierta el alegre canto de los pájaros, reponemos fuerzas con un completo desayuno a base de pan recién hecho en el horno de leña del propio hostel y que probamos anoche cuando llegamos, con mantequilla y mermeladas también de elaboración local, de baobab y de mango, huevo duro y café o té. A las nueve iniciamos nuestro segundo paseo entre los manglares, acompañados sólo por la agradable brisa, los coloridos pájaros y el chasquido de las abundantes ostras enganchadas en las raíces de los manglares al abrirse. Al igual que ayer, desembarcamos en tierra firme y guiadas por las explicaciones de Carlos descubrimos la isla de Sipo y la historia de su reina. Por esta zona hay más variedad de árboles, entre los cuales destacan los de anacardos, que en apenas dos años empiezan a dar frutos y no necesitan mucho riego, con una o dos veces a la semana es suficiente. Conseguimos comprar un pequeño arbolito de un vivero familiar con la esperanza de obtener una gran sombra y abundantes frutos en Sanghé. Volvemos a disfrutar de la comida familiar, hoy arroz con pollo y verduras y a las tres nos dirigimos en coche hacia un pequeño pueblo pescador a una hora de camino. Visitamos el mayor árbol de Ceiba del país, el embarcadero, la zona donde secan y ahúman el pescado y donde reparan las barcas, antes de iniciar el camino de regreso a casa a las cinco y media. Esta vez no encontramos tantos camiones y realizamos un pequeño trayecto en autopista, lo que nos permite llegar a casa antes de las once.
Lunes, 13 de noviembre de 2023
La guardería y la poda
Mientras estábamos fuera cambiaron el depósito, pero anoche, cuando llegamos no teníamos agua. A primera hora conseguimos volver a disfrutar del agua corriente y reanudamos nuestras actividades, acabamos los diez niños que faltaban de la guardería y seguimos con las gestiones en nuestra casa, retirando el gran árbol de mango que había caído por el viento, seguramente debido a su débil estado, a causa de las termitas, proseguimos con la poda de los limoneros que lo franquean y revisamos el funcionamiento de la bomba para conseguir que se pare cuando el depósito esté lleno y evitar que se estropee. Ayer por la noche llegó Mercedes, la pediatra de Madrid que viene tres veces al año a revisar a todos los niños del colegio y aprovechamos su presencia, para comentarle el caso de la niña del último curso de la guardería que, con apenas un año, sufrió una quemadura grave que la mantuvo mucho tiempo hospitalizada en Dakar y de la cuál arrastra secuelas, sobre todo en la cara y el brazo derecho. A pesar de sus limitaciones, sigue usando la mano derecha para todo, pero creemos que es importante, al menos, realizar una reconstrucción de la nariz, prácticamente desaparecida. Las dos pediatras valorarán a la niña mañana a primera hora y estudiarán la mejor opción para abordar su caso. A las tres y media, un taxi recoge a Miriam para llevarla al aeropuerto, poniendo fin a sus diez días de inmersión en la vida senegalesa y de experiencias inolvidables y por la noche llegan dos voluntarias de Manos Unidas y se instalan en nuestra casa, construida por su organización, las dos primeras noches. Tienen una apretada agenda para visitar sus proyectos esparcidos por todo el país y el miércoles tienen previsto la inauguración de la clase de informática de la escuela.
Martes, 14 de noviembre de 2023
Hoy nos aventuramos a conocer de cerca a los Peul, los nómadas y ganaderos que recorren kilómetros en busca de alimento para sus rebaños de vacas y ovejas. Tienen un campamento base en el norte del país, donde viven en la época de lluvias y ahora empiezan su vida realmente nómada. Nuestro guía, Kebasow, es descendiente del pueblo Peul y aunque, cuando tenía siete años, sus padres decidieron instalarse en Toubacouta y abandonar esa vida, todavía tiene familia que continúa siendo nómada. Tenemos previsto comer pronto para poder llegar a nuestro destino antes que caiga la noche y aprovechamos la mañana integrándonos en la vida senegalesa, secando hojas de moringa que después usan para cocinar, plantando los árboles de anacardos, esperando que puedan sobrevivir al largo viaje y regando las semillas que plantamos (de momento sólo han salido las espinacas). Jana pasa la mañana haciendo trencitas a Clara y Hortensia nos enseña el cierre del terreno de las mujeres donde hacen la mermelada de mango que están acabando de construir. Después de comer nos ponemos en camino, pasamos por Touba, famosa por su café y por ser la ciudad santa del muridismo, una de las hermandades islámicas sufíes más extendidas y que en Senegal reúne a más de un tercio de la población, por Dahra, una pequeña ciudad con un gran mercado semanal y finalmente llegamos a Mbeuleukhe donde pasamos la noche y visitamos el instituto al que acuden más de 500 niños del pueblo y de los alrededores y hablamos con los profesores que nos exponen sus necesidades.
Miércoles, 15 de noviembre de 2023
Hacia el campamento nómada
A las ocho empezamos a caminar hacia el campamento nómada para salir al encuentro del hermano de Kebasow que nos viene a buscar con una calesa, pronto montamos en una pickup que nos acerca hasta el pozo donde hemos quedado y esperamos su llegada mientras observamos los carros tirados por tres o cuatro burros que vienen a cargar agua y los rebaños de ganado pasando a nuestro lado y nuestro guía intenta reparar su teléfono que ha dejado de funcionar. A las diez se reencuentran los dos hermanos, Mamadou visita a veces a su familia en Toubacouta, cuando pasa con el ganado, pero Kebasow hace más de quince años que no venía por aquí. Pasamos las siguientes dos horas al trote, hipnotizadas por el paisaje y sin acabarnos de creer lo que estamos viviendo, paramos en un pequeño oasis para hacer alguna foto y continuamos hasta el poblado. Allí sólo quedan algunas mujeres y niños, ya que el resto inició la trashumancia el lunes. Para comer preparan un delicioso arroz con pollo kilómetro cero y esta vez no tenemos cuchara, así que intentamos imitarles, aunque nos falta mucha práctica y además de quemarnos las manos, no conseguimos que se compacte y no se nos caiga como hacen ellos. No están muy acostumbrados a ver forasteros y los niños, tímidos, van cogiendo confianza poco a poco, aunque les cuesta comprender el funcionamiento del tres en raya improvisado que dibujamos en un papel. Además, no podemos comunicarnos ya que no hablan francés, tan sólo su lengua materna y tampoco van a la escuela, por lo que nos explica Kebasow, que hace de traductor. Nos transmiten su deseo de tener una escuela en el poblado para que todos los niños de allí y de los alrededores puedan acceder a la educación, ya que ahora deberían desplazarse unos 30 kilómetros, la misma distancia que para llegar al dispensario más cercano. A las cinco volvemos a subir a nuestro carro para acompañar a Mamadou a una boda en el campamento vecino, donde la novia se despide de todos y recibe regalos para pasar a vivir con la familia del novio en otro poblado cercano. A nuestra llegada empieza la música de los tamtams y algunos invitados saltan al centro y animan la velada entre vítores y aplausos, luego las mujeres entregan sus regalos a la madre de la novia y cuando anochece, justo cuando nos íbamos, una pickup repleta de invitadas traslada a la novia, a su bebé y a su madre a la casa del novio donde se realizará la verdadera boda y continuará la fiesta. A nuestra llegada ya tenemos nuestra cama preparada bajo las estrellas y la tímida luna y después de cenar, ahora sí, con cuchara, repasamos todas las increíbles vivencias del día, antes de caer en el reino de los sueños, bien tapadas con la manta. Al conocer la existencia de los Peul y al guía que nos podía acercar a su realidad, decidimos que sería interesante visitarlos, una vez finalizado nuestro trabajo en la guardería, para detectar posibles necesidades médicas. Tras una primera valoración, parecen gozar de bastante buena salud, aunque detectamos dos mujeres mayores a las que habría que operar de cataratas y a las que gestionaremos su intervención la próxima vez que vengan los oftalmólogos españoles que operan en el hospital de San Juan de Dios de Thies.
Jueves, 16 de noviembre de 2023
De nuevo subidos al carro
Antes de que amanezca ya estamos de nuevo subidos al carro, iniciando el camino para unirnos al resto del grupo nómada. Contemplamos el precioso sol, asomando tras los pocos baobabs del horizonte, que ahora apenas calienta pero que en unas horas nos abrasará y del cual nos esconderemos bajo las pocas sombras de los pequeños árboles del asentamiento. Al mediodía, la temperatura ronda los 40 grados mientras que en la madrugada cae a la mitad. Nos cruzamos con algún carro y rebaños de cabras y ovejas antes de llegar a Dahra, la capital de la provincia, donde desayunamos, tanto nosotros, como el caballo, compramos pescado y verduras para la comida de hoy en el mercado y proseguimos nuestro trayecto, hasta encontrar el campamento diseminado alrededor de los pequeños árboles y al cobijo de sus pobres sombras. Nos instalamos con la familia de Mamadou, su joven mujer con la que se lleva unos 20 años y sus hijos más pequeños, los dos últimos gemelos. Al llegar, las niñas pequeñas están separando a las ovejas recién nacidas, una de ellas, hoy mismo, para que descansen a la sombra del árbol mientras los hombres y los niños mayores guiarán al resto de animales en busca de pasto y agua. Las niñas también se encargan de ir a buscar la leña y preparar la comida, ayudando a sus madres en todo lo que pueden. Compartimos media jornada de la vida nómada y sobre las cinco nos despedimos y Mamadou nos acerca a Dahra para iniciar nuestro regreso, pero al poco de salir pinchamos una rueda con una rama puntiaguda, avanzamos lo más rápido posible para intentar llegar a la ciudad, pero la rueda ya está muy desinflada, le damos algo de dinero a Mamadou para que pueda arreglarla y sin poder despedirnos vemos cómo se aleja, mientras caminamos hacia la estación de taxis. El camino de vuelta se hace largo y llegamos a casa pasadas las diez, cansadas, pero con la increíble sensación de haber vivido una experiencia única e inolvidable.
Viernes, 17 de noviembre de 2023
Proyecto del instituto de Mbeuleukhé
Todavía con las imágenes de los últimos días grabadas en nuestras retinas, afrontamos el penúltimo día de nuestra estancia en Senegal con la ilusión de ayudar a poner en marcha el proyecto del instituto de Mbeuleukhé. Clara y Rosa Maria pasan el día contactando con los profesores y ayudándoles a redactar y concretar el proyecto, que, por la noche, envían a las responsables de Manos Unidas con la esperanza de poder hacerlo realidad. Finalmente solicitan una biblioteca con los libros y diccionarios que creen necesarios y la posibilidad de ofrecer una comida a los alumnos, sobre todo a los muchos, que recorren varios kilómetros diariamente para asistir a las clases y que normalmente no traen comida. Paralelamente continuamos apoyando los múltiples proyectos de Sanghé de la mano de sor Hortensia, mientras observamos con alegría como crecen algunas de las semillas plantadas para iniciar de nuevo el proyecto del huerto comunitario de las mujeres y con preocupación, la evolución de los dos arbolitos de anacardos que compramos en la isla de Sipo y que no sabemos si sobrevivirán.
Sábado, 18 de noviembre de 2023
Planificando futuros proyectos
Salimos a dar el último paseo y a visitar la casa de las hermanas antes de que el calor se haga insoportable y pasamos el resto de la mañana preparando la mochila y planificando futuros proyectos, entre los cuales, arreglar el tejado de la sala donde secan los jabones y que cuando llueve se llena de goteras y cercar los terrenos comprados detrás del colegio y el que usan para hacer la educación física de la escuela. Hablamos también con Damien para que nos pase fotos y videos de la construcción del pozo, que tiene previsto empezar la semana que viene, una vez acabe los trabajos en el local de las mujeres y que prevé finalizar en un mes aproximadamente. Hemos quedado a las tres y media con el taxi que nos llevará al aeropuerto y una hora antes llegan Mercedes y Hortensia, para despedirse. Se acercan las cuatro y el taxi no llega, tras varias llamadas logramos contactar y parece que se ha olvidado y está en Thies, así que contactamos con el taxista que llevó a Miriam y que vive cerca y nos lleva sin problemas. A las siete y media despegamos y a la una, hora española, aterrizamos en el Prat poniendo fin a un viaje plagado de momentos emocionantes y vivencias enriquecedoras.