Senegal 2024 Informatización
Cinco horas de avión y veintitrés grados de temperatura separan dos mundos totalmente contrapuestos. Atrás dejamos la fina arena que se cuela en el calzado, el abrasador calor que aprieta en las horas de luz solar, los imponentes baobabs deleitando nuestros paseos, las infinitas sonrisas de los niños que se acercan a darnos la mano y dos enriquecedoras semanas de nuestras vidas, que se quedarán grabadas para siempre en nuestra memoria. Volvemos con la inmensa gratitud por haber podido ser protagonistas de esta increíble experiencia fluyendo por nuestras venas y con el ferviente deseo de un pronto regreso, en nuestro horizonte.
Domingo, 24 de noviembre de 2024
Barcelona - Sanghé - Senegal
Hortensia y Sanghé nos esperan de nuevo. Dejamos atrás el templado otoño de Barcelona para sumergirnos en el intenso verano africano. Por delante dos semanas de trabajo solidario e inmersión en la vida y costumbres senegalesas que afrontamos con la ilusión y la emoción desbordando nuestras miradas. Enry repite experiencia, la esperan con alegría y expectación en el dispensario para contagiarse de su sabiduría médica y poder aplicarla en su ausencia. Josep, informático a punto de jubilarse, afronta su primer voluntariado, feliz y emocionado, con el objetivo de programar e informatizar la contabilidad de la escuela y ayudar en todo lo que sea necesario. Rosalía, médico de familia en el cap d'Horta, recién llegada de un vibrante voluntariado en Paraguay y con enormes ganas de atesorar más recuerdos inolvidables, ayudará a Enry en el dispensario y se encargará de las revisiones de los niños de la guardería. Nos acompaña también Sara, gran amiga de Rosalía, que pondrá sus conocimientos financieros y contables a nuestra disposición, además de sus dotes de enseñanza y paciencia para apoyar a los profesores de la escuela. La última integrante del grupo, Cristina, también financiera, amiga mía desde el instituto, no llegará hasta el jueves, por no disponer de más días de vacaciones, lo cual no impide que una desbordante emoción fluya por sus venas ansiando desesperadamente el momento de unirse a nosotros.
Estos son nuestros planes para los próximos días, aunque como siempre, nos adaptaremos a las necesidades y demandas de Hortensia, saboreando cada vivencia y convirtiendo cada instante en un recuerdo único y especial.
Lunes, 25 de noviembre de 2024
Primer contacto con Sor Hortensia
Ayer nos costó más de una hora recorrer los pocos metros que separaban el aparcamiento del minibús del peaje de salida del aeropuerto. Un monumental atasco de cientos de coches luchando, con una paciencia asombrosa, por escapar cuanto antes de aquella ratonera nos atrapa y nos impide llegar, por fin, a nuestro destino y al ansiado descanso. En casa, como siempre, nos esperaba una deliciosa tortilla de patatas hecha por Jana, nuestra cocinera y a pesar de que en el avión nos dieron cena, estábamos hambrientos y la devoramos antes de instalarnos en nuestras habitaciones para recuperar fuerzas. No dormimos mucho, pronto nos sorprende la salida del sol y salimos a inspeccionar los alrededores, pasamos por la escuela y llegamos a la casa de la congregación donde saludamos a Hortensia que rebosa alegría al vernos por fin otra vez en su país de adopción. Volvemos a desayunar y después de descubrir los nuevos proyectos del pozo y de la cría de pollos vamos a visitar la escuela, el dispensario y la guardería, antes de degustar el famoso y delicioso yassa de pollo. El termómetro se ha disparado hasta los 36 grados así que nos refugiamos en la casa hasta que baja a niveles más soportables y salimos a disfrutar de los imponentes baobabs, de los relajantes paisajes y de la puesta de sol, tras un primer contacto con Hortensia para diseñar el programa informático de la contabilidad de la escuela.
Martes, 26 de noviembre de 2024
¡A por faena!
Tras la toma de contacto de la jornada de ayer, hoy nos sumergirnos de lleno en las tareas a realizar. Sara pasa la mañana rodeada de pequeñas batas azules que se afanan en copiar las frases de la pizarra en sus libretas para enseñárselas y que las corrija. Está apoyando en la clase de los más pequeños, donde la profesora, con su bebé en la espalda, controla a los 70 alumnos de seis años con una facilidad inimaginable en España. El resto del grupo nos instalamos en la clase de los medianos de la guardería. Allí improvisamos una zona de consulta enganchando una cinta métrica en la pared y convirtiendo en camilla algunas de sus pequeñas mesas. Ayer la profesora nos facilitó la lista, que ya tenemos introducida en el ordenador y mientras Enry y Rosalía van revisando a los pequeños, yo me encargo de introducir los datos y de vestirlos y desvestirlos. No pensamos que pudiéramos hacer toda la clase, pero vamos cogiendo práctica y con la ayuda de dos estudiantes de enfermería canadienses que se incorporan cuando acaban las visitas en el dispensario, revisamos a los 31 niños de P4 durante la mañana. No registramos nada grave, muchas caries, muchos tapones en los oídos, bastantes úlceras, en piernas, sobre todo, alguna hernia umbilical y en general los pies bastante planos, pero nada más. Mientras, Josep acompaña a Hortensia a su casa para revisar e instalar los ordenadores e impresoras que tienen. De vuelta a casa, rescatamos a Sara y recogemos la lista de los alumnos de la escuela y los cuadernos de cuentas para empezar nuestra tarea contable después de comer. Cómo cada martes y jueves, hoy es día de comedor en la escuela, este curso, a diferencia de los anteriores que se iban turnando las madres de los niños, han contratado a 4 cocineras que empiezan a preparar la comida a las 08:30 para llegar a tiempo y alimentar a los 330 alumnos y a los profesores. Al final del día estamos contentas con nuestros avances y nos vamos a descansar para continuar mañana con energías renovadas.
Miércoles, 27 de noviembre de 2024
Pobres pollos
Seguimos con nuestras tareas, esta vez Josep acompaña a Sara al colegio y sigue exprimiendo sus neuronas para avanzar en el programa informático de la contabilidad de la escuela y las doctoras, conmigo de auxiliar, volvemos a la guardería a revisar otra clase. Hoy nos ocupamos de los más pequeños y se nota, porque están más asustados y lloran más. A pesar de tener que ir más despacio, sólo son 24 y acabamos pronto. Tampoco encontramos nada grave, quizás menos caries al ser más pequeños y un niño con una gran cicatriz en el lado izquierdo del pecho y la espalda por una quemadura. Pasamos por la escuela antes de comer en nuestra casa, acompañados por Hortensia, que nos ayuda a planificar el fin de semana y el trabajo de los próximos días. A las cinco quedamos de nuevo con ella para que las doctoras visiten a un vecino suyo que le parece que no está muy bien y la tiene preocupada. Estuvo hospitalizado en octubre con una insuficiencia cardíaca y le recetaron diez medicamentos diferentes pero como no tenía suficiente dinero no pudo comprarlos todos y justamente los dos que le faltan son los que más necesita, así que van a buscarlos al dispensario para llevárselos y además Hortensia le deja un poco de dinero para que pueda comprar más cuando necesite. Mientras, por la tarde, el proyecto de la cría de pollos sigue su curso, los más grandes ya llegan al final de su ciclo y las mujeres avisan al chico que los sacrifica para desplumarlos y prepararlos para la venta. El hotel que se los compra no vendrá a buscarlos hasta el lunes pero han decidido prepararlos hoy y congelarlos porque ya están muy grandes.
Jueves, 28 de noviembre de 2024
Revisiones casi terminadas
Pasamos la mañana inmersos en nuestras tareas, en la escuela y en la guardería. Vamos acumulando el cansancio y el calor hace que al final de la jornada matinal soñemos con la reparadora y merecida siesta. Los pequeños de la escuela van cogiendo confianza con Madame Sara, como la llaman, y cada vez cuesta más que mantengan la calma y el orden. Josep no se separa de su portátil y sigue programando a toda vela, viento en popa y yo intento no volverme loca e introducir correctamente los datos que me dictan Enry y Rosalía de sus revisiones simultáneas. Al llegar a la clase, la profesora está tocando el Djembe, un tambor típico africano, mientras los niños bailan al son de su música. No pensábamos que nos diera tiempo de acabar los 50 niños de la clase de P5, pero al vestirse y desvestirse solos, todo ha sido más rápido y lo hemos logrado, aunque tuvimos que apuntar los últimos a mano al acabarse la batería del portátil y no tener electricidad en la guardería. De todas maneras, volveremos mañana para hacer las revisiones de los cuatro niños que hoy no han venido y las curas de algunas heridas detectadas. A las seis, quedamos con Ibraim, una vez ha acabado de llevar a los niños a casa, para ir al aeropuerto a recoger a Cristina, pero como no aterriza hasta las ocho, pasamos por Thies para comprar comida y tener un primer contacto del gran mercado. Llegamos con tiempo al aeropuerto y después de esperar un rato, recogemos a la última integrante del grupo y regresamos a casa, está vez, sin problemas para salir del aeropuerto.
Viernes, 29 de noviembre de 2024
Después del paseo matinal para que Cristina empiece a conocer el paisaje, Hortensia nos acompaña a una tienda cerca de la plaza del mercado donde venden unas telas preciosas a buen precio y sin regatear. Después, las doctoras van a hacer varios domicilios antes de pasar por la guardería para realizar las curas de las heridas pendientes y las revisiones de los 4 niños que faltaron ayer, aunque sólo podemos hacer dos, los otros tampoco vienen hoy. Pasamos por el dispensario, ya casi han acabado las visitas y justo acaban de atender un parto. El recién nacido duerme plácidamente y si todo sigue bien, esta noche dormirán ya en casa. En el colegio Cristina acompaña a Madame Sara en su clase de 70 alumnos y Hortensia nos pide que la ayudemos a limpiar y organizar una clase, donde ahora duermen los trabajadores que están haciendo las obras del piso de arriba, porque el lunes empezará a trabajar la profesora nueva y la clase de los más pequeños se dividirá en dos clases de 35, empezando así, la segunda línea de la escuela. Rescatamos a Josep de la sala de profesores, donde lleva toda la mañana programando y nos vamos a comer. A las cuatro nos pasa a buscar Ibraim para acompañarnos a Thies a visitar la exposición de un artista vecino nuestro y luego volver al mercado central y al mercado artesanal. Se nos hace de noche y regresamos a casa con algunas compras y las características imágenes, sonidos y olores grabadas en nuestros recuerdos.
Sábado, 30 de noviembre de 2024
Senegal en estado puro
A las ocho subimos de nuevo a nuestro minibús, pasamos a buscar a Hortensia y nos vamos a conocer la cultura y paisajes autóctonos. Nos dirigimos a Bandia, la reserva natural de animales, disfrutando de bellas estampas de impresionantes baobabs y esbeltas acacias. Flanqueando la deteriorada carretera, paraditas infinitas que venden de todo, vacas con enormes cuernos, ovejas descansando a la sombra y hombres, mujeres y niños esperando vender sus productos. Mientras, sobre el asfalto, coches, motos, camiones y carretas de mulas o caballos se entrecruzan en sincronía, en un caos milagrosamente ordenado. Bandia, increíble, como siempre, nos ofrece un agradable e impresionante paseo por la sabana en busca de jirafas, cebras, antílopes, avestruces, búfalos, monos, impalas, gacelas y rinocerontes. Salimos embriagados de la belleza del lugar y nos dirigimos al hotel Blue África, detrás del hospital de Mbour, donde nos han recomendado comer. Entrando al pequeño restaurante nos sorprende un inesperado paraje paradisíaco y nos arrepentimos de no haber traído los bañadores. Saboreamos la deliciosa comida, disfrutando de la relajante vista y reposamos a la sombra de las palmeras antes de salir hacia nuestro siguiente destino, el mercado de pescado del puerto. Otra experiencia impactante difícil de olvidar, la playa repleta de vendedores que esperan la llegada de las piraguas de los pescadores, las pequeñas paradas apenas cubiertas para refugiarse del potente sol, gente por todos lados que nos ofrece pescado y Hortensia regateando los precios y comprando por menos de la mitad del precio inicial. Pagamos 2000 CFAS (3 euros) a una mujer que no se separó de nosotros desde el principio, para que limpie el pescado que hemos comprado y nos dirige hacia la parada donde otras mujeres se encargan de limpiarlo. Luego compramos hielo para tapar el pescado en nuestra pequeña nevera portátil y regresamos a casa con la compra de pescado, bien fresco, hecha.
Domingo, 1 de diciembre de 2024
Las chicas han decidido visitar hoy la pequeña isla de Gorée, a 20 minutos en ferry de Dakar y patrimonio mundial de la UNESCO. Mientras pasean por sus pintorescas calles libres de coches y flanqueadas por bellos edificios coloniales, se empapan de la historia del estratégico lugar, tristemente marcada por el comercio de esclavos desde 1536 a 1848, año en el que los franceses lo abolieron. La casa de los esclavos es el edificio más antiguo de la isla y el más impactante, construido en la década de 1780, recuerda hoy, el horror del pasado, convertida en museo. Cuenta con dos plantas, con una doble escalinata curvada que sube al primer piso, donde vivían sus propietarios, mientras en las pequeñas celdas de la planta baja, sin apenas luz, se recluían a hombres, mujeres y niños que serían arrancados para siempre de su tierra. Una puerta de no retorno conecta las tenebrosas celdas directamente con el mar. Por allí embarcaban los esclavos, con grilletes con bolas de hierro en los pies, para que no sobrevivieran si decidían intentar escapar tirándose al mar infectado de tiburones. La isla alberga una dinámica comunidad artística y por todos lados se encuentran pinturas, tallas y esculturas únicas de los artistas locales. Acabada la visita, comieron en uno de los restaurantes al lado de la pequeña playa dónde llega el ferry y regresaron a casa, justo a tiempo para descubrir todo el proceso de preparación de la venta de los pollos. Las mujeres se encargan de todo, menos de sacrificarlos, ya que, según sus creencias, las mujeres deben dar vida y no quitarla. Es por eso que pagan a un hombre para que los degüellen, ayudado por varios niños que los acercan e incluso el más mayor también le ayuda con el cuchillo. Una vez muertos, los escaldan para poder desplumarlos, les quitan las vísceras, la cabeza y las patas que servirán de comida para los cerdos, los lavan y los congelan embolsados, a la espera de llevarlos mañana, al hotel de Thiés que se los compra.
Lunes, 2 de diciembre de 2024
Vuelta al trabajo
Después de la desconexión del fin de semana, volvemos manos a la obra con nuestros quehaceres. El viernes pasado, en el dispensario, anunciaron que esta semana pasarían consulta nuestras doctoras y la sala de espera se llena de pacientes que quieren ser visitados por ellas, ya que normalmente sólo visitan comadronas y enfermeras. No atienden nada grave, bastantes curas de heridas, alguna usando la efectiva y barata técnica del azúcar, como ya hizo Enry en su anterior viaje. Cristina y Sara pasan la mañana escribiendo y recortando los nombres de los niños para pegarlos en sus mesas, ahora que ya están repartidos en sus dos clases, una vez que se ha incorporado la nueva profesora. Josep sigue programando sin descanso y yo acompaño a Raymond a Thiés a entregar los pollos al hotel, cuyo propietario es un español amigo de Hortensia. Descargamos los 100 pollos congelados y pasamos por la oficina a cobrar la factura que asciende a 325.000 CFAs (500 euros), finalizando así todo el proceso de la cría. Aprovechamos para hacer compras para la casa de la congregación y para la asociación de mujeres, paramos en varias tiendas para comprar fruta, un saco de 25 kilos de arroz, seis garrafas de aceite para hacer los jabones y cinco sacos de pienso para alimentar a la nueva tanda de pollitos. Con todo eso y más, regresamos a casa, con la vieja furgoneta de Hortensia más cargada que a la ida. Después de comer voy a ver las cebollas plantadas ayer y descubro que la mayoría han desaparecido, supongo que comidas por una especie de ardilla que corre por aquí, menos mal que el semillero es muy abundante y las podemos replantar, esta vez con las punzantes ramas de la poda de los limoneros como protección. Luego Rosalía va a explorar a las hermanas con problemas de salud a su casa y Cristina y yo la acompañamos y empezamos con la poda de los numerosos árboles frutales que tienen en su jardín, tras asegurarnos que su perro está encerrado. Después de un año sin nadie que los pode, vuelven a estar necesitados de recortes, intentaremos avanzar lo que podamos en los días que nos quedan.
Martes, 3 de diciembre de 2024
Desafío en la escuela
La profesora de segundo no ha venido y Sara y Cristina se han hecho cargo de los 62 alumnos, con muchas dificultades e incluso perdiendo la voz. No tienen la autoridad de los maestros titulares, que con un simple grito de ehhhh, amansan las pequeñas fieras, devolviendo la clase al silencio más absoluto. Ellas gritaban e intentaban que hicieran algunas sumas y restas, sin mucho éxito, mientras crecía su sensación de impotencia. Al darse cuenta que los martes hay también clase por la tarde, han querido presentar su dimisión, pero después del recreo ha aparecido la profesora para rescatarlas de su pequeño infierno. Yo me había quedado con Jana empezando a preparar el huerto de las mujeres y podando sus pequeños árboles, para luego reunirme con Josep en el colegio y ayudarle con la programación, pero a la hora del patio, nuestras profesoras improvisadas, además de hacernos partícipes de su agotadora mañana, nos han explicado que tenían dos niñas, una con una herida en un pié y otra con muchos granitos en un brazo, que quizás sería conveniente que las visitarán nuestras doctoras, así que las acompaño al dispensario. Regreso, con la herida del pié desinfectada y tapada para que no le entre arena y con tres pastillas antihistamínicas para que se tome una cada noche, la niña de los granitos. Al llegar a clase, decenas de niños me señalan pequeñas heridas para ir también al dispensario y al final me llevo a dos más. En el dispensario sobretodo han atendido bebés y niños pequeños, algunos con infecciones graves en la piel que requieren tratamiento antibiótico y curas periódicas, sobretodo un bebé de un año con una mano muy hinchada, seguramente a causa de algo que se debió clavar y se ha infectado. Tras la cura, le esperan el jueves para ver la evolución y valorar si deben pinchar para que salga el pus acumulado. A la tarde hemos quedado con Hortensia, su coche está delante de nuestra casa y decidimos ir con él para acercárselo, pero nos quedamos encalladas en la arena del camino, menos mal que aparece Ibraim para rescatarnos. Hortensia nos acompaña al taller de un sastre que conoce porque Rosalía le quiere encargar dos casacas de trabajo para que las haga con las coloridas telas que compró el otro día. Por 8000 CFAs (12 euros), las tendrá listas el jueves. De allí, volvemos a visitar al paciente de la insuficiencia cardíaca y aunque, en la segunda visita, después de empezar a tomar las pastillas que le dieron, notaron mejoría, ahora su estado de salud vuelve a ser preocupante. Volvemos paseando, entre estampas de niños jugando y gente separando los cacahuetes de las montañas secas de la última cosecha. Cerca del colegio nos encontramos de nuevo con Ibraim, delante de su casa y nos presenta a algunos de sus hermanos, que venden el famoso y rico café Touba.
Miércoles, 4 de diciembre de 2024
Excursión a Peleo
El paseo matinal se alargó más de lo previsto descubriendo nuevos caminos y tras el desayuno nos incorporamos con energía renovada a nuestros puestos. Mientras trabajamos en la escuela, recibimos la visita de tres militares españoles que vienen a saludar a Hortensia y conocer sus proyectos, haciendo un paréntesis en su misión de entrenamiento de los cuerpos especiales senegaleses. La mañana pasa rápido entre pantallas de ordenador y clases, en la escuela y entre pacientes en el dispensario, sin nada que destacar. Ayer por la noche, contra todo pronóstico y a pesar de estar en la estación seca, llovió un poco y esta mañana, durante el paseo, también nos cayeron cuatro gotas y el jersey no sobraba en absoluto. Como sigue nublado y no hace tanto calor, decidimos ir a visitar la finca de Peleo, donde Henry, su alcalde, cultiva toda clase de frutas, sobretodo papayas. Nos enseña, con gran ilusión, el terreno, sus árboles, la casa que está construyendo y el vivero y nos explica su proyecto de formación de jóvenes del pueblo para que sigan su ejemplo y puedan vivir del cultivo ecológico y no se planteen su emigración a la soñada e inhóspita Europa. Conocemos también a Carmen, una burgalesa que ha conseguido varias subvenciones para construir el pozo con el que puede regar y un centro de transformación de productos locales donde están empezando a producir mermelada de papaya y zumos de varias frutas y de moringa y tienen previsto también producir aceite de cacahuete. Del viernes al domingo celebran una feria de Navidad en Thiés y participarán vendiendo sus productos. Como la noche nos acecha, nos despedimos y quedamos en volver a vernos el viernes por la tarde en la feria e iniciamos el camino de vuelta a paso ligero escapando de la noche y de la débil lluvia.
Jueves, 5 de diciembre de 2024
Manualidades
En el dispensario no paran de hacer curas de heridas bastante feas, diagnosticar otitis y confirmar embarazos, pero no han venido los pacientes que esperaban para valorar la evolución, entre ellos el bebé con la mano hinchada que visitaron el martes. En la escuela, ya preparan las clases para la Navidad y para la jornada de puertas abiertas del próximo día 20 y nos han pedido ayuda para decorarlas, así que nos llevamos deberes a casa para ocupar nuestros escasos ratos libres. Después de comer vamos a buscar las casacas de Rosalía a casa del sastre, pero todavía no las ha terminado porque entendió que pasaríamos mañana. Aprovechan para explorarlo porque tampoco goza de muy buena salud y seguimos visitando más enfermos acompañadas de Hortensia. La programación informática no es tarea fácil y a pesar de que Josep dedica todas las horas que puede, hemos decidido que la implementación del programa contable tendrá que esperar hasta la próxima visita, para evitar acabarlo con prisas y no tener tiempo suficiente de explicar su funcionamiento y realizar la pertinente formación. Paralelamente, vamos introduciendo todos los datos necesarios sobre los 330 alumnos, sus profesores y demás trabajadores, gastos e ingresos. La conexión a internet no es muy buena, a ratos excesivamente lenta y en el peor de los casos ni siquiera conseguimos conectarnos. Nuestro informático ha estado valorando opciones para conseguir un mejor servicio y cree que se podría usar internet por satélite, que haciendo una pequeña inversión inicial para comprar e instalar las antenas, les brindaría la posibilidad de disfrutar de internet ilimitado en la escuela, en la casa de voluntarios, en la casa de la congregación y en el dispensario por unos 40 euros al mes. A Hortensia le parece una idea estupenda y no ve el momento de olvidarse de las continuas recargas de las tres tarjetas prepago que ahora tienen.
Viernes, 6 de diciembre de 2024
Última jornada en la escuela y el dispensario
Afrontamos nuestra última jornada en la escuela y el dispensario con la sensación de lucha contrareloj alentando nuestro esfuerzo e intentando avanzar en nuestras tareas lo máximo posible. A primera hora visitamos a las mujeres que hacen las cremas y jabones a partir de plantas medicinales y antes de comer vienen a despedirse el grupo de militares españoles que regresan hoy a Madrid, una vez completada su misión. Han querido ofrecer los medicamentos y material de oficina sobrantes a Hortensia, además de un donativo con el dinero senegalés que les queda. Todo será de gran utilidad en el colegio y en el dispensario y Hortensia lo acepta con alegría y jovialidad. Hoy también toca vacunación en la escuela y llegan varias enfermeras que van inyectando la vacuna de la rubeola y otras enfermedades, clase por clase. A la tarde teníamos pensado ir a Thiés, pero nuestro minibús está en el taller desde las nueve y no regresa hasta la noche, así que tenemos que dejar las últimas compras y la visita de la feria de Navidad para mañana, aprovechando las horas vespertinas para acabar de decorar la escuela con las guirnaldas que hemos preparado con tenaz dedicación y gran ilusión, quedando gratamente satisfechos del resultado final.
Sábado, 7 de diciembre de 2024
Últimas horas
Al final Ibraim nos pasa a buscar sobre las nueve, para acercarnos al mercado artesanal de Thiés. De camino, nos para la policía (esta escena me suena del año pasado), Ibraim nos pide billetes pequeños y baja, pero vuelve con una multa en la mano, otra vez por llevar el parabrisas roto, que un año después sigue con las mismas rajas. El policía pedía demasiado (5000 CFAs), por evitar la sanción y nuestro chófer prefirió recoger la multa. Le damos un billete de diez mil, que creo recordar que fue el importe que pagamos la última vez y mientras nos deja recorriendo el mercado artesanal, vuelve al taller para que acaben de arreglar la puerta corredera, que sigue estropeada, a pesar de pasar ayer todo el día en manos del mecánico. Vuelve a recogernos, con la puerta por fin arreglada, y vamos a buscar a un amigo suyo para que le ayude a intentar rebajar el importe de la multa. Nos acercamos a la comisaría y tras varias llamadas la consiguen rebajar a la mitad, finalmente sólo pagaremos seis mil, más dos mil, por las gestiones que cobra su amigo. De vuelta a casa, pasamos por una boda musulmana, a la que Ibraim tenía que ir a las diez, para preparar la música, que luego pinchará en la celebración. Llegamos a la una y mientras espera a alguien, hacemos algunas fotos con los niños que vienen a saludar a los tubabs (como nos llaman a los blancos). Como se hace tarde, nos acerca a casa, donde nos espera Hortensia junto a Enry y Mari Ángeles, otra médico de familia, muy amiga suya, que ha venido a visitarla, antes de regresar a España, vía Madrid, tras una semana muy intensa, ejerciendo de anestesista improvisada en Dakar, en la que, junto a su equipo de nueve médicos más, han operado más de 270 cataratas. A las cinco nos vuelve a buscar Ibraim para llevarnos al aeropuerto, poniendo fin a estas dos semanas maravillosas en las que nos hemos sumergido completamente en la vida senegalesa. Nos vamos con el corazón contento por la increíble experiencia vivida y triste a la vez, por las sonrisas que dejamos atrás. Echaremos de menos a Hortensia, su contagiosa vitalidad y sus incansables pasos encaminados a la prosperidad de sus vecinos, anhelando que llegue el momento de nuestra próxima visita, en un futuro no muy lejano.